BUENOS AIRES, ARG. Lucir el nombre y/o la profesión o cargo bien visibles en el gorro quirúrgico mejora la comunicación efectiva interpersonal en el quirófano, especialmente en el manejo de crisis, lo cual puede aumentar la seguridad de los pacientes y reducir muertes prevenibles, asegura un anestesiólogo australiano, cuya propuesta, viralizada en las redes con la etiqueta o hashtag #TheatreCapChallenge (Desafío del gorro quirúrgico), empieza a hacer eco en algunos hospitales de Latinoamérica.[1]

Dr. Ricardo Urtubia Valenzuela
La iniciativa «disminuye la posibilidad de cometer errores y también es una manera agradable de llamar la atención de que los integrantes del equipo de cirugía somos seres humanos y falibles, por lo que necesitamos que las instituciones nos consideren como tales al momento de diseñar los procesos de atención a los pacientes», comentó a Medscape en español uno de sus principales impulsores en la región, el Dr. Ricardo Urtubia Valenzuela, anestesiólogo de la Clínica Vespucio de Santiago de Chile, quien desde hace meses porta orgulloso en su lugar de trabajo un gorro con su nombre, apellido y profesión, y motiva a sus pares a seguir el ejemplo.
Imprimir o bordar el nombre en los gorros quirúrgicos como estrategia para reducir los errores médicos es una propuesta original del Dr. Rob Hackett, anestesiólogo de varios hospitales de Sydney, Australia, quien dirige la organización sin fines de lucro, The PatientSafe Network.
El Dr. Hackett dice que lo inspiró la lectura de uno de los primeros libros exitosos de autoayuda, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie, publicado por primera vez en 1936. Carnegie escribió: «Recuerden que el nombre de una persona es para ella el sonido más dulce e importante que pueda escuchar en cualquier lenguaje».
«Cuanto más lo pensaba, más obvia y fantástica me parecía la idea», señaló el Dr. Hackett a BBC Mundo. «Crea una mejora en la atención al paciente y expone los marcos de atención médica en que nos basamos para resistirnos al cambio».[2]

Dr. Leandro Revello (cirujano), Konstanza Posavac (enfermera) y Katherine Dotte (instrumentista) en la Clínica Vespucio. Cortesía: Dr. Ricardo Urtubia Valenzuela
La idea se empezó a diseminar. Una página de The PatientSafe Network muestra fotos de profesionales de 83 hospitales que se sumaron al #TheatreCapChallenge y ya lucen sus gorros con nombre. La mayoría es de Australia y Reino Unido, pero también hay de Francia, Holanda, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Dinamarca, Singapur y Etiopía. En Latinoamérica, la Clínica Vespucio y el Hospital del Salvador, en Santiago de Chile, así como un hospital de Porto Alegre, Brasil.
En tanto, usuarios de España y México están en el top 5 de quienes compartieron el hashtag #TheatreCapChallenge, con 10,7% y 3,6% de los tuits, respectivamente, según la herramienta de tendencias Hashtagify.
Otra etiqueta de Twitter e Instagram que impulsa la iniciativa de dar a conocer los nombres a colegas y pacientes en credenciales que se cuelgan a la altura del pecho es #HelloMyNameIs, aunque no resulta tan efectivo para el desempeño en quirófanos, «porque tienen letras muy pequeñas y mucha gente no alcanza a leerlas», indicó el Dr. Urtubia.

Comunicación efectiva

En esencia, el principal beneficio de los nombres escritos en los gorros quirúrgicos es que ayuda a dirigir el mensaje a la persona precisa en situaciones críticas que requieren una acción coordinada eficaz del equipo de trabajo en el quirófano, como pueden ser una vía aérea difícil, reacciones anafilácticas, broncoespasmos, intoxicación sistémica por anestésicos locales, paro cardiaco o choque hemorrágico, enumeró el Dr. Urtubia, quien tiene una maestría en control de la vía aérea de la Universidad de Valencia, en España, y también es secretario general de la Sociedad Chilena de Medicina Crítica y de Urgencias (Red Intensiva).
«Los miembros del equipo no siempre están juntos, muchas veces no se conocen. Nos reunimos para una cirugía determinada y pueden pasar días o semanas para que se reúna el mismo equipo», explicó el Dr. Urtubia. Se ha documentado que 25% – 30% de los cirujanos no recuerdan el nombre de los instrumentadores o anestesiólogos con quienes comparten tareas en el quirófano, y la confusión sobre los papeles de los miembros del equipo parece ser más frecuente cuando se trata de médicas.[3]
El anestesiólogo chileno precisó que de acuerdo con el concepto del manejo de recursos en crisis, uno de los requisitos básicos de la comunicación efectiva es que las indicaciones u órdenes sean dadas a la persona individual y mirándola a los ojos, para que esta se cumpla.[4] «De otra forma aumenta la posibilidad de que esa orden no se cumpla o no se haga de la manera adecuada», expresó. Un tercio de las fallas de comunicación identificadas en el quirófano aumenta la ineficiencia y la tensión de los profesionales intervinientes, según un estudio canadiense de 2004.[5]
En ese sentido, exhibir de forma visible el nombre (y la profesión) de todos los integrantes del equipo quirúrgico puede evitar malentendidos y retrasos en la ejecución de las acciones. El Dr. Hackett recordó circunstancias en que se pidió a estudiantes que terminaran una cirugía o demoras en la aplicación de la reanimación cardiopulmonar en un paro cardiaco, porque ningún profesional se sintió aludido por la orden de iniciar las maniobras.
La iniciativa incluso alienta que no se muestren solo los apellidos. En un tuit que publicó el 2 de enero en su cuenta @patientsafe3, el Dr. Hackett citó a una colega británica, la Dra. Fiona Kelly, quien sostuvo en un congreso que conocer los primeros nombres es la «manera más efectiva de mejorar habilidades no técnicas: mejora la comunicación, aplana las jerarquías, reduce la confusión en el quirófano y mejora la moral y el trabajo de equipo».
Aunque todavía no hay evidencias del impacto de esta campaña en la seguridad de los pacientes («es difícil mostrar algo tan subjetivo cuando las situaciones críticas tienen una frecuencia muy baja», señaló el Dr. Urtubia), al menos un estudio en personal quirúrgico de un hospital británico mostró que 80% cree que el uso de los gorros quirúrgicos con nombres podría mejorar aspectos de la comunicación, y 76% apoyaría su implementación amplia en la institución.[6]

Adhesiones y resistencias

Para el Dr. Urtubia, la segunda vertiente de beneficios del desafío del gorro quirúrgico que confluye en la seguridad del paciente tiene que ver con la humanización.
Personal de quirófano de la Clínica Vespucio haciendo la H de humanización. Cortesía: Dr. Ricardo Urtubia Valenzuela
«Es una manera lúdica de llamar la atención y decir a la institución que somos seres humanos falibles y que tienen que ayudarnos a no cometer errores, pues siempre hay una vida de por medio», manifestó.
«Transmite el mensaje de que no somos máquinas, y que podemos llevar a cabo acciones implementables para mejorar la seguridad del paciente», añadió.
Por supuesto, hay cirujanos, anestesiólogos y enfermeros que rechazan o dudan de la iniciativa, ya sea porque consideran que es una medida irrelevante, o porque creen que les quita seriedad o aspecto profesional. «Cuando se implementa cualquier cambio, en la cultura organizacional hay resistencia al cambio, temor al ridículo, vergüenza; hay quienes se preguntan qué van a decir los pares o pacientes», reconoció el Dr. Urtubia, añadiendo que se requiere un respaldo fuerte de las instituciones para que la práctica se sostenga en el tiempo. «Yo persevero, porque estoy seguro de que es una estrategia útil».
Doctoras Carla Soviero y Patricia Rabolini del Hospital Cristo Redentor. Cortesía: Dra. Carla Soviero

Con la misma tenacidad, la Dra. Carla Soviero, cirujana oral y maxilofacial y especialista en gestión de riesgo y seguridad hospitalaria que impulsó el desafío del gorro quirúrgico en el Hospital Cristo Redentor, en Porto Alegre, Brasil, admitió a Medscape en español que todavía no consiguió sensibilizar para la causa a colegas y autoridades.
«Hubo fallas de comunicación, la responsabilidad es mía», se incriminó. «Pero a pesar de haber perdido la batalla, no perdí la lucha».
Otros profesionales del equipo quirúrgico sostienen que los gorros con nombres son innecesarios, porque la forma de desempeñarse en situaciones críticas ya está descrita en guías de práctica o protocolos. «Si algo pasa en el pabellón, cada una de las personas que está ahí sabe qué hacer. Existe un protocolo que se revisa antes, durante y después, para minimizar riesgos», declaró un cirujano chileno.[7]
Sin embargo, para el Dr. Urtubia eso implica desconocer las estrategias de manejo de recursos en crisis y la importancia de la comunicación efectiva, como lo difundió desde comienzos de la década de los 90 el anestesiólogo David Gaba, de Stanford University, en Estados Unidos. «En Latinoamérica no tenemos esa cultura del manejo de recursos en crisis, nos cuesta que nos haga sentido, y somos más renuentes a los cambios».
Por último, hay quienes temen que el uso de gorros quirúrgicos de tela con nombres, en lugar de descartables, pueda aumentar el riesgo de infecciones hospitalarias. Pero «la evidencia disponible sugiere que es poco probable que el uso de opciones descartables reduzca las tasas de infección, y puede crear riesgos adicionales, como fallas de comunicación en la sala de operaciones», concluyeron dos cirujanos en un reciente editorial en el Journal of Patient Safety and Risk Management.[8]
Los doctores Urtubia Valenzuela y Soviero han declarado no tener nignún conflicto de interés económico pertinente.

Referencias. 
  1. PatientSAfe Netwoork. Theatre Caps on the Map. Publicado el 3 de mayo de 2019. Consultado en versión electrónica. Disponible en: Fuente
  2. Pais A. #TheatreCapChallenge, la sencilla idea que «está salvando vidas» en las salas de operación. BBC News. Publicado el 17 de marzo de 2019. Consultado en versión electrónica. Fuente
  3. Audit & Quality Improvement. What’s my name? Recall of theatre staff names after team brief. Consultado en versión electrónica. Fuente
  4. Recursos en el manejo de crisis para mejorar la seguridad del paciente. European Society of Anaesthesiology. 28-31 May 2005. Fuente
  5. Lingard L, Espin S, Whyte S, Regehr G, y cols. Communication failures in the operating room: an observational classification of recurrent types and effects. Qual Saf Health Care. Oct 2004;13(5):330-4. doi: 10.1136/qhc.13.5.330. PMID: 15465935. Fuente
  6. Gorman S, Cox T, Hart RS, Marais L, y cols. Who’s who? Championing the ‘#TheatreCapChallenge’. J Perioper Pract. Jun 2019;29(6):166-171. doi: 10.1177/1750458919839686. PMID: 31081730. Fuente
  7. González C. «El desafío del gorro quirúrgico busca mejorar la seguridad de los pacientes en el pabellón». El Mercurio. Publicado el 1 de abril de 2019. Consultado en versión electrónica. Fuente
  8. Duncan K, Hauss E. Competing patient safety concerns about surgical scrub caps – Infection control vs. breakdowns in communication. Journal of Patient Safety and Risk Management. 2019;24(6) 224-226. doi: 10.1177/2516043519895121 Fuente


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