Caminando por el pasillo, me dirijo hacia
la emergencia. 

Me encuentro a muchas personas durante mi recorrido, encuentro a
muchas personas que me saludan efusivamente. ¡Qué dicha es conocer a mucha
gente! Muchos de ellos, los fui conociendo durante mi estancia en este lugar.

…Alguien se acerca me saluda de mejilla, y
me dice:  ¡Ya casi termina!

Al oír esas palabras y al ver a mis
compañeros de primer año, que van de un lado a otro, que van corriendo, con papeletas
en las manos, con su estetoscopio, lapicero, y demás cosas. Vi a otros sentados
en las bancas, sentados en las computadoras haciendo ingresos, viendo
resultados de laboratorios, escribiendo en las papeleras, pegando gases
arteriales, interpretando electrocardiogramas, revisando papelerías previas,
haciendo modificaciones en ordenes, entre otras cosas. Cuando oigo sonar mi
teléfono, veo que me llama el jefe de servicio, indicando que hay un paciente
en servicio, que quiere que vaya a ver, porque es un caso especial. Al colgar
el teléfono, doy media vuelta, y me dirijo hacia el servicio.

Mientras camino por el pasillo y veo
nuevamente a mis compañeros de primer año, corriendo de un lado a otro, con
papeletas en mano, o veo que están parados afuera de las clínicas de consulta
externa, esperando a que el especialista los atienda, ya que tienen que
presentar caso, y que el jefe de servicio se los solicitó, por ser caso
especial. Veo que van saliendo de USG y tomografía, viendo y presentando casos.
Giro nuevamente por los pasillos y llego al servicio.

Saludo a las personas que se encuentran
allí, y veo a gente que está corriendo, a auxiliares de enfermería, la jefa de
servicio. A los externos. Y mis compañeros residentes, como ahora son muchos, y
existen 2 por servicio haciendo que el trabajo sea menos cargado. Observo que
los externos están haciendo recetas en la computadora. Los residentes haciendo
notas de evolución, llamando por teléfono a laboratorio, banco de sangre, a los
especialistas. Haciendo OTOA´S. Entre otras cosas.

Por cosas que no recuerdo, voy a los otros 2
servicios, y veo que es el mismo ajetreo, la misma ronda, los mismos papeles,
con la única diferencia, que todos trabajan de diferente forma, y a diferente
velocidad. Recuerdo cuando pase por el servicio, donde el jefe de servicio
llega a pasar visita a las 6 de la mañana. Que estrés esos días. Había que
llegar temprano, para ir a aprenderse los casos, ir a evaluar a pacientes antes
de que él llegara, para que no nos regañe. Qué bueno que esos días ya pasaron.

Saliendo de allí, recordé que debía
solucionar un problema en intensivo. Dirigí mis pasos hacia ese lugar, hacia el
templo del saber. Toqué el timbre, con aquel sonido característico que lo
identifica. Entró… cuando veo en el salón de sesiones, todos sentados, aquel
cuarto de 4 paredes, con aquella mesa de vidrio, de color café, de 6 sillas de
color negro. En la entrada existen 2 computadoras, una donde se realiza
trabajos de todo tipo, se revisa laboratorios y se hacen recetas. La otra, que
está al fondo, es una donde se puede revisar radiografías de los pacientes que
están ingresados en ese servicio, aunque ya lleva mucho tiempo sin funcionar.
Veo que están sentados residentes, externos, y en medio de ellos. El jefe de
servicio. Dando docencia que desde hace mucho tiempo se ha realizado. Observo
que están hablando de un tema interesante. El expositor explicando cada
diapositiva que pasa, pero el jefe lo interrumpe y agrega ciertos puntos
importantes, interrogando a todos los presentes, con el objetivo de que uno
aprenda. Cuando veo entrar a la jefa de enfermería, llevando una taza de café,
que siempre lo ha hecho, tan linda ella.

Por la prisa que tengo, salgo del salón de
discusión, y me dirigí hacia la persona, con quien tenía que solventar dicho
asunto.

Saludo a las personas que se encuentran
allí, siendo personal de enfermería y limpieza. Además, otra persona, que
siempre llega a ver sobre la nutrición de los pacientes, y ella preocupada y siempre
atenta y acuciosa para ver que sus pacientes estén comiendo, o que continúe con
alimentación parenteral.

Observo que hay muchos pacientes, hay
ventilados, con tienda facial, extubados. Cada uno de ellos con una historia
diferente que contar. Pero por la premura del tiempo, no vi que más había en
ese recinto.
Vuelvo a recibir otra llamada de mi jefe.
Me da instrucciones que debo de bajar a la oficina del subdirector médico, por otro asunto que tengo
que arreglar. Dirijo mis pasos hacia allí. Llego y muy amablemente, me
atienden. Realizo la diligencia provista. Y salgo de allí hacia otro lugar resolviendo
otro inconveniente.

Vuelvo a pasar por la consulta externa, y
veo a mis compañeros que están rotando por las diferentes especialidades,
realizando papelería, yendo a intensivo, hospital de día, emergencia, entre
otros servicios, para ir evaluar pacientes. Cada jefe es diferente, cada uno
con su trato, forma de ser, forma de interactuar. Pero la mayoría son atentos,
amables, les gusta la docencia, y siempre velando que uno este aprendiendo día
a día, según la rotación asignada ese mes.

Cuando oigo el sonido del teléfono, oigo
que entra un mensaje en el whatsapp. Y al revisar el mensaje, dice lo
siguiente: que todo el personal médico debe de mandar su número de cuenta para
actualizarlo y para asignar el bono hospitalario. ¡Qué alegría! ¡Que emoción!
Pero luego veo otro mensaje, que lo mando
el jefe de residentes, donde indica que los residentes del último año, pasen de
forma individual la solicitud para dar de baja con fecha 31 de diciembre. Y
además menciona que todo personal debe de ir a dejar su colegiado activo y
copia de solvencia fiscal. 

Al ver que decía: pasar de forma individual
la solicitud de baja.
Quede atónico, pasmado, embelesado, ante
tal noticia.

Quedo en shock por un momento. Quedo de
pie, mirando a mi alrededor, observando el ambiente que me rodea. Y veo que
todo es personal que se relaciona con la salud. Que Hermoso es ver que las
personas se preocupan por la salud de los pacientes.

Me entra la nostalgia. Y una lagrima roda
por mi mejilla. Y me digo: Dios ya voy a terminar.

¡Al fin voy a terminar! ¡Al fin seré la
internista que siempre quise ser! ¡Qué emoción! ¡Qué alegría! ¡No encuentro
palabras que pueda describir lo que siento en este momento!

Tantos recuerdos, tantas alegrías, tantos
momentos de felicidad. Tantos momentos difíciles, momentos de angustia,
momentos donde uno quería tirar todo e irse de este lugar… Pero ahora solo
son recuerdos. Recuerdos que nunca olvidare, porque esta es mi segunda casa. Mi
segundo hogar. Tantos amigos que hice, tanta gente que conocí. Tantos recuerdos
que nunca olvidare de mi memoria, que lo llevare siempre en mi corazón.

En eso… mi mente gira en torno hace 4 años.
Miento… es más…

Recuerdo el día que vine a la entrevista, cuando
el jefe de departamento me entrevista ¡Que Nervios! ¡Qué emoción!, y al salir
de allí, quede con la espina en el alma, diciéndome. Dios, que sea una de las
elegidas para entrar a este posgrado. y estando en casa… nerviosa… esperando la
llamada. Y cuando oigo sonar el teléfono. 
Ese momento: cuando me dijeron: Fuiste
aceptado en el programa de posgrado. ¡Bienvenidos!

Mi corazón no podía contener la emoción, de
haber entrado al posgrado, no podía de decirles a mis familiares, que pronto
seré un médico internista, aquel sueño que nunca pensé que se iba a realizar,
nunca pensé que lo iba a lograr, a pesar de todos los problemas que tuve, todos
los contratiempos, todo… y ahora… me quedan días para cumplir ese sueño.

Recuerdo mi primer año de residencia, fue
de lo peor. Mi primer servicio, mis primeras evoluciones, mis primeros OTOA´s,
todos estaban cabeza. Pero al paso de los días aprendí.

Recuerdo muchos momentos, cuando estaba en
servicio, de todo lo que me había pasado, de los castigos, de aquellos momentos
cuando derrame mis lágrimas a la hora de estar sentado en la estación de
enfermería. Aquellos turnos, donde no podía ni comer, por tanto, que hacer.
Aquellos días, donde todo era regaño. Todo era castigo. Recuerdo el temor, que
tenia de dar mi primera clase de posgrado, ese día, no podía contenerme de la
crisis nerviosa en la que estaba, preguntándome a mí mismo ¿Qué tan bueno
estará mi clase?

Recuerdo aquellos días, donde enfermería me
decía que la receta estaba mal, que no habían OTOA´S, que no había hecho el
egreso a tiempo, que los familiares solicitan información, que tenía que pasar
visita, leer para mi servicio. Aquellos momentos, cuando iba caminando por
aquellos pasillos, pensando ¿Qué diablos hago acá? ¿Por qué decidí entrar a
este posgrado? Me quería salir, porque ya no aguantaba el trato que me daban.
Ya no soportaba tanto estrés, tanto así, que hasta baje de peso. Y no podía
dormir muy bien. Recuerdo los turnos de la emergencia, aquellos turnos, donde
no parábamos de ingresar pacientes, de hacer evoluciones, de hacer ingresos, de
llenar papelería, y mis residentes superiores, siempre me decían: tú eres dueña
de la emergencia, nosotros solo estamos de apoyo.

Y había días que necesitaba ayuda, días
donde el ingreso que hacía, le pedía a Dios que no me lo rechazaban, porque tenía
que repetirlo nuevamente, o cuando ya estaba todo hecho, y lo único que deseaba
era dormir, aunque sea por una hora… pero a lo lejos oigo la impresora, y
cuando veo entrar a la secretaria diciendo: ¡hay pacientes! Mis gestos cambian,
quería dormir, descansar un rato. ¡Dios por qué me pasa esto a mí!, pero ahora…
todo eso… ahora solo es un recuerdo.

Cuando terminó el primer año, dije ¡Gracias
Dios, Gracias por todo! ¡Gracias por todo lo vivido, por todo lo aprendido, por
todo lo que pasó!

Caminando por el pasillo, meditabundo,
absorto en todo lo que me paso ese año. Y al levantar la cabeza, veo otra
puerta donde dice INTENSIVO. Y mi mente voló por otro lado, voló hacia el
momento, cuando coloque el primer pie en este servicio. Recuerdo cuando inicie
a rotar, cuando todos los pacientes estaban colocados en ventilación mecánica,
con bombas de infusión, con marcapasos, con catéter de swan Ganz, tubos
intercostales, entre otros sistemas de monitoreo invasivo. Y se sentía más el
estrés cuando llegaba el jefe de servicio a pasar visita, era muy estresante,
ya que llegaba a machucar, y el que estaba pos turno, tenía que entregar ¡Que
nervios! Hasta el hambre se me quitaba solo con el hecho de pensar en ello.

Pasábamos hasta una hora con cada paciente.
Luego de allí, seguíamos con los otros pacientes, a pasar otra hora, realizando
preguntas tan sencillas, y que únicamente se contestaba con la lógica, y otras
con lectura previa. La verdad, son preguntas sencillas, pero por lo nervioso
que uno esta, uno confunde todo, todo se vuelve una mezcolanza, y uno todo lo
confunde. Pero luego de 2 horas de hablar de un tema. Se dictan los planes, las
conductas. Y al ver que ya llega la hora de la clase del medio día, todos
corremos y dejamos lo que estamos haciendo, para ir a clases, para que no nos
regañen, ni nos castiguen. Pero al final de todo, estando en clases nos
machucan, nos llaman la atención, nos dicen que no estamos leyendo, que ejemplo
estamos dando, entre otras cosas, que al momento no vienen a mi mente.

Regresamos nuevamente al servicio donde
estamos destinados a hacer todo tipo de cosas, donde al ver que todo se
complica, porque el paciente entra en paro, no hay recetas, ingresan nuevos
pacientes, los OTOA´S no están bien hechas, las recetas no están hechas, total…
todo se vuelve un caos.

Las horas pasan, me quedo de turno, pasan
muchas cosas, el paciente presenta falla ventilatoria, hay que intubarlo,
realizarle gases arteriales, sacarle nuevos laboratorios, radiografía de tórax,
medirle Swan Ganz. Dios cuando me entregan los gases, no se interpretarlos, y
lo peor de todo… no sé qué hacer con el ventilador, no sé qué parámetros
cambiar, le comento a mi jefe de grupo, y me llama la atención, diciendo, del
porque no hice los cambios que corresponden, ya que no se interpretar esos
estudios.

Llega la noche, se le presenta el caso al
jefe por la noche. Intento llamarlo, estoy nervioso por comentarle lo que ha
pasado, y a la vez espero que no me llame la atención, por lo sucedido hasta el
momento. No me contesta el teléfono. Pero… observo que me devuelve la llamada.
Inicio a contarle lo que pasó con el primer paciente, e inicia las preguntas y
uno titubeando contestando las preguntas, pero se percate que algo no
concuerda, y le vuelve a realizar la misma pregunta, hasta responder lo
preguntado. Y así continua la letanía, hasta llegar al último paciente. Después
de hablar, se dictan conductas… y seguir trabajando, porque la noche es corta.

Cuando las horas pasan, y muchas cosas
están atrasadas, baja el jefe de grupo, llega a llamarme la atención, llega a
decirme, por qué no lo he hecho, sin saber que no he tenido tiempo, que todo se
ha complicado y que necesito ayuda. Pero no lo ven así. Por tanto… recibo amenazas,
gritos, humillaciones, y no me queda más que soportar todo esto.

Por fin amaneció, son las 6 de la mañana, y
cuando veo a mis compañeros entrar, y yo estresado, atrasado, me faltan
balances, ven radiografías de tórax, laboratorios, con hambre, con sueño, sin
bañarme, con el pelo alborotado y descuidado, etc… Regresan de clases e inicia
la entrega. Y volvemos nuevamente al ciclo de pase de visita, el machuque
durante la entrega, y el ciclo se repite. De lo cansado que estoy, y lo frustrado
por todo lo que pasó, voy al baño y rompo en llanto. 
Preguntándome, ¿Que hago
aquí? ¿Por qué estoy aquí? Diciéndome una y otra vez: sin comer, sin dormir,
regañado, atrasado en las cosas que hay que hacer, sin bañarme, el pelo lo
tengo sucio, descuidado, hasta flor me salió. Pero ¡No! Esto me gusta, esto es
lo que quise seguir, esto es lo que había añorado desde hace mucho tiempo,
quiero ser una internista, por tanto, tengo que seguir adelante. Tengo que pedirle
a Dios, que me ayude, que me de fuerzas, que me siga apoyando, y que nunca me abandone,
como lo ha hecho hasta el momento…

En las mañanas, cuando estoy pos turno,
cansado y con hambre, viendo que comer. Se me acerca un ángel, diciéndome ¿Quieres
algo de comer? Y yo con aquella desesperación, con aquella angustia, con aquel
pesar de tener algo en mi estómago, con las pocas fuerzas que me quedan, le
digo ¡Gracias, Qué linda!… Ella siempre ha estado allí, siempre dándonos de comer,
como si fuera nuestra madre. Me sirve café caliente, nos da todo tipo de
comida, tortillas con carne, tortillas con chicharrón, tostadas, panes con
pollo, carne, etc. Al ingerir esos alimentos, no saben la emoción que siento al
satisfacer mis deseos de comer. Al tomar la taza de café caliente, mi paladar
queda satisfecho, queda tranquilo, mi paladar ya no desea más… y todo lo que
ella me sirve, me deja tan tranquilo, y de forma mágica, hacen que mis fuerzas
vuelvan nuevamente. Y digo para mis adentros. Gracias Dios por la comida,
gracias Dios por el ángel que enviaste para darme algo de comer. Pero ella…
no solo de pan vive, si no también, siempre nos da palabras de aliento, siempre
recordándonos que todo pasa por algo. Y que de ello debemos aprender. Que debemos
seguir adelante, porque queremos ser alguien en la vida. Y ella siempre
sonriente, siempre feliz, aunque haya muchos problemas, siempre solucionando
nuestros errores, para que el jefe de servicio no nos llame la atención. Tan linda
ella.

Los días pasan, los turnos continúan igual
de salados. Sin dormir, sin comer, y en cada turno es la misma versión. Esto se
convirtió en mi diario vivir, en mi día a día. Pero que al final… Esto es lo
que he soñado. Y no hay nada imposible. Mientras más difícil es, más lo
disfrutare en un futuro no lejano.  Pero
no todo es sufrimiento en el segundo año. Ahora, luego de rotar en intensivo,
aunque los turnos me vayan de la patada. En los servicios de especialidades,
ahora me va mejor, ya puedo descansar, puedo leer, puedo entablar
conversaciones con mis compañeros, y discutir temas variados y hasta comer.
Rotar por la emergencia, salir con mis amigos, disfrutar de los fines de
semana. En fin… todo transcurre con normalidad, hasta finalizar el año. ¡Por
Dios, que nervios! Se acaba otro año más. Otro año menos de sufrimiento. Otro
año, donde mi sueño se realizará y seré la internista que siempre soñé. En fin…
todo eso pasó, y ahora solo es un recuerdo.

Llega el tercer año. Ahora todo es
diferente. Pasar el intensivo, emergencia, sin pasar servicio. Este año, será
lo mejor que pasará, será el mejor año. Será el año donde pondré a prueba todo
lo aprendido, y, además, aprenderé nuevas cosas. Tanto en servicio como en
turno. Que bien. Estoy emocionado por iniciar. Y veo pasar los nuevos R1, todos
preocupados, yendo de un lugar a otro. Haciendo cosas de servicio. Trámites
administrativos. Y me dije a mi mismo: recuerdo esos días, y recuerdo lo
estresante que era estar así. Inclusive me preguntan ¿Dónde puedo? ¿Dónde debo?
¿Dónde está? o ¿con quien puedo hablar o preguntar sobre “x” o “y” situación? Qué
difícil es ser residente de primer año.

Todo iba transcurriendo con normalidad…
todo iba bien. Hasta que… las jefas de residentes de ese entonces, dieron un
giro total a toda la situación. Con mis compañeras, tuvimos muchos problemas.

Una de mis compañeras tuvo la dicha de
embarazarse. Y eso es algo normal. Algo que cualquier mujer tiene el derecho de
hacerlo. Este dentro o fuera del hospital, eso no es un obstáculo para seguir y
hacer las cosas del turno. Muchas mujeres que son especialistas, tuvieron su
embarazo durante su residencia, y aquí están ahora, como si nada. Siendo madre,
médico y especialista a la vez. Siguiendo una vida normal.

Pero no…. Ellas no lo vieron así. Por tanto,
todos nos unimos para apoyarla, nos unimos como siempre lo hemos hecho, las
tres siempre apoyándonos en todo momento. Pero al pasar el tiempo, las cosas
cambiaron, todo fue diferente. Las clases ahora ya no son las misma,
refiriéndose a las clases del medio día. Ahora todo es regaño, llamada de
atención, castigos, malos entendidos. Como eran dos personas las que estaban de
jefas. A veces no se les entendía, porque una contradecía la otra persona.
Entonces no se sabía a quién había que respetar. Y cuando las dos estaban
unidas por algo, las dos eran difíciles de entender. Era tantos los problemas,
que al final… mi compañera con su embarazo a término, solicitó el tiempo
correspondiente para estar en su pos parto, y luego regresar a terminar con sus
actividades de residente. Pero no fue así. El destino le tenía preparado otra
final, no tan feliz. Feliz porque su bebe nació bien, con adecuado peso, talla
y sin complicaciones. Pero no tan feliz, porque cuando quiso regresar. A ella,
ya no lo querían, y por tantos problemas que se acumularon… al final… decide
retirarse de la carrera, por no tener apoyo de ninguna parte, ningún apoyo que
le ayudara a solventar los problemas. Pero en fin… se tuvo que retirar, y eso
fue lo más triste de ese año. Triste porque se fue una compañera a la que
extrañaremos, la compañera que desde el primer año que entramos, siempre
luchamos, siempre saliendo con los problemas que se nos presenta. Pero toda
historia acaba de diferentes formas. Y la de ella… no fue feliz. Te nos vas le decíamos.
No nos dejes. Pero ella tomó su decisión, tanto para ella, como para su bebe. Y
ahora está feliz con su familia, disfrutando el día a día, como debe ser. 

…Ella se retiró. Nosotros quedamos.
Nosotros seguiremos en la lucha. Seguiremos la batalla. Seguiremos luchando
para terminar este año, por lo visto, no será un buen año. Será un año difícil
de terminar. ¡Dios espero que se acabe pronto este año! Tanto sufrimiento,
tanto rencor. Tanto dolor. Qué difícil es ver todo esto. Para todos es difícil,
desde los de primer año, hasta nosotras que estamos en tercero.

Pasaron muchas cosas… cosas que no quiero
recordar, porque me traen malos recuerdos. Y ahorita no quiero traerlo a
colación, porque mi mente se siente en paz, en tranquilidad, viendo que este
año se acabó. Me siento tan tranquila, tan en paz. Que todo lo que paso,
considero que ya no pasara peores problemas.

…Y así, transcurrieron los meses. Era
noviembre, se entregaron los premios a la excelencia. Se dieron notas. Ya se
sabía quiénes iban a pasar. Ya se sabía quién iba a ser el jefe de residentes.
Y demás sorpresas, que ya no eran sorpresas para nosotras, porque ya se sabía
todo esto, lo único que faltaba era confirmar la noticia. Y luego… para
sorpresa de todos. Llego diciembre, el mes más bonito. El mes donde todo era
paz y tranquilidad. Para algunos. Pero no para otros.

Una de mis compañeras le toco rotar por
intensivo en el último mes de diciembre, donde todo era paz y tranquilidad.
Pero no fue así… durante su estancia en intensivo. Todo estaba bien. Aunque por
su sal, que es característica de ella, siempre el servicio se mantenía ocupado
y estresado. Pero para recibir turno, existía una persona, del último año de la
carrera. Ella se caracterizaba por ser una persona especial. Una persona, que
siempre estuvo molestando durante los últimos meses, tanto así, que recibía el
intensivo hasta las 5 de la tarde. ¡Qué frustrante! ¡Qué desesperación! ¡Qué
horror! Y cada entrega era un martirio, era un tormento. Desde que veo que
llegas las 2 de la tarde, veo que entra esa persona, todo gira en torno a mi
cabeza, todo lo malo, y pienso que todo lo que tiene que pasar, y todo lo que
va a preguntar. Todo lo que puede suceder, todo puede pasar, todo…
absolutamente todo. Todo lo imaginable y lo inimaginable. Que tiempos
difíciles. Era tanto el sufrimiento, que salían frustrados de allí, de aquel
lugar donde todo puede pasar, en cualquier momento, en cualquier día, en
cualquier hora, y en cualquier cubículo.

Pasado el tiempo. Pasado los días. Iba
transcurriendo el mes, con el mismo tormento cada 4 días. Además de eso… los
turno que nunca nos iban tan bien. Siempre haciendo las cosas, siempre
sufriendo por todo lo que pasa. ¡Dicha la mía! ¡Que dicha que siempre me vaya
así! Pero es lo que elegí. Es lo que soñé ser. Es lo que algún día recordare. Y
efectivamente así fue. Ahora todo es recuerdo. Todo queda en la memoria. En mi
subconsciente. Lo dejo guardado en una parte de mi cerebro, donde lo dejare
hasta que mi cerebro lo desechara. Y ahora… todo esto es un recuerdo. Y así
terminamos otro capítulo de mi vida. Terminando el tercer año de la carrera más
hermosa de este mundo.

Llegado el último año. Todo lo anterior, ya
quedaba en el recuerdo. Ahora todo va a cambiar, todo va a ser diferente. Todo
será distinto. Este año, sin tener a una nuestra compañera que ya no se
encuentra con nosotras. Este año. Será muy bueno. Una de mis compañeras, ira a
contraer nupcias. Bueno… serán dos que contraerán nupcias este año. La primera
será durante los primeros meses de este año. ¡Qué emoción, que alegría! Pero
luego me entero, de que está cursando con muchos problemas con su pareja, a tal
punto, que piensan en cancelar la boda. Pero creímos que no era posible de
solucionar estos dilemas en los que se encontraba. Los meses transcurrieron,
los días pasaron, y siempre la veníamos decaída, triste, con los ojos rojos,
llenos de tristeza, no se reflejaba la alegría, la emoción, la luz que toda
mujer porta, al saber que el día con el que ha estado soñando desde mucho
tiempo va a llegar. Todo esto se perdió. No lo veo así. Se ven los ojos
apagados. Triste. Llenos de lágrimas. Su expresión, su fisonomía, sus gestos,
sus ademanes ya cambiaron, no son los mismos. Qué triste es ver eso. Qué triste
es ver que se llevó mucho tiempo en hacer los preparativos de la boda, pero al
final, ya no se va a realizar. Qué agonía. Que desesperación.

Al llegar el mes de la boda… nadie dice
nada. Todos actúan como si nada hubiera pasado. Pero ella triste por todo lo
acontecido. Decide viajar a Europa para olvidar todo lo acontecido. Todo lo
pasado. Todos los problemas que pasaron. Y todo lo demás que únicamente ella conoce
y no entraremos en detalle. Al regresar del viaje, su rostro, su fisonomía, sus
expresiones, sus gestos cambiaron. Regresó con buen aire. Aire de alegría, aire
de felicidad. Pero a pesar de todo ello. Siempre se siente un poco de tristeza.
Pero ya no como era antes. ¡Bien por ella! Los meses transcurrieron, y ella,
inicia a tener pretendientes, varios de hecho, según oí alguna vez. Y al paso
de los días, encontró a alguien, con quien está viviendo días felices, días de
alegría.

Por otro lado, otra de mis compañeras, ya
tiene todo listo y preparado para la boda, que se realizará a final de este año,
será la boda del año. Que emoción que ya se realizara en los próximos días.

Al leer todo esto. Nos damos cuenta que
todo lo que ha pasado. Todo lo que vivimos. Aquí obviamente hay mucho que
decir. Hay mucho que no se mencionó. Hay mucho que no se tocó. Hay mucho del
que hablar. Hay mucho de todo… mucho, que no alcanzaría un día para hablar de
todo. Tantos momentos…. Momentos de alegría, momentos de tristeza. Momentos hilarantes.
Momentos donde uno ya no quería seguir allí. Momentos donde uno se preguntaba ¿Qué
carajos hice allí? ¿Cómo pude aguantar todo eso? ¿De dónde saque las fuerzas
para seguir adelante? ¿Cómo pude vivir y soportar todo eso? y ahora… ¿Qué
pasara? ¿Qué nos prepara el futuro? ¿Hacia dónde iremos? Y demás preguntas, que
surgirán en el camino.

…Ahora. Que hemos terminado. Todos tenemos
distintos planes. Todos tenemos distintas miras. Todos vamos por diferentes
rumbos. Unos irán con otra especialidad. Otros se casarán. Otros aún no sabemos
qué hacer. En fin… mucho de qué hablar y que decir…

Queremos agradecer por todo lo que vivimos
durante este tiempo que estuvimos con ustedes, que compartimos con ustedes. Lo que
aprendimos de ustedes. Lo que nos enseñaron, no solo académicamente, sino también
nos brindaron su amistad, nos abrieron la puerta de su corazón. Nos brindaron
calor, apoyo, compresión. Y lo más importante. Siempre estuvieron allí con
nosotros en todo momento. En cualquier situación, el cualquier momento, a
cualquier hora, resolviendo dudas por teléfono. Aunque la respuesta es obvia,
pero para asegurarnos y estar en lo correcto lo hacíamos, y eso a nosotros nos
ayuda a mejorar y a tomar mejores decisiones.

Ahora que ya se acabó… queremos decirles. Que
los extrañaremos… que nunca cambien su forma de ser… que nunca dejen de ser
como son. Así de carismáticas, amables, simpáticas, sonrientes, felices, que
nunca se les apague la esencia que tienen cada uno de ustedes. Ya que ustedes,
son la fuerza que nos inspira a ser mejores día a día. Y ustedes fueron
nuestras maestras y nosotros como alumnos, seguimos sus pasos. Para ser iguales
a ustedes en un futuro no lejano.

Y asaltando a la memoria.. todo esto quedara en mis RECUERDOS. 



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One Reply to “¡ ¡ Recuerdos ! !”

Unknown
12 Dic 2018 Reply

Muy lindo!!! Una versión muy acertada de la relidad. Momentos que marcan nuestra vida.


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