
18/09/2012
En los 30 años que lleva combatiendo a los cazadores
furtivos, Paul Onyango nunca había visto algo así. Veintidós elefantes muertos amontonados
en la sabana abierta, muchos eliminados de una solo balazo en la cabeza. No
había rastros que llevaran a ninguna parte, ningún indicio de que los cazadores
habían acechado a su presa por tierra. Les habían cortado los colmillos, pero
nada de carne. Varios días más tarde, a comienzos de abril, los guardias del
Parque Nacional Garamba detectaron un helicóptero militar ugandés sobrevolando
el parque, en un vuelo no autorizado, pero dijeron que abruptamente dio vuelta
al ser avistado. Funcionarios del parque, científicos y las autoridades congolesas
ahora están convencidos de que los militares ugandeses mataron a los 22
elefantes desde un helicóptero y se esfumaron con el equivalente de más de US$1
millón en marfil.
furtivos, Paul Onyango nunca había visto algo así. Veintidós elefantes muertos amontonados
en la sabana abierta, muchos eliminados de una solo balazo en la cabeza. No
había rastros que llevaran a ninguna parte, ningún indicio de que los cazadores
habían acechado a su presa por tierra. Les habían cortado los colmillos, pero
nada de carne. Varios días más tarde, a comienzos de abril, los guardias del
Parque Nacional Garamba detectaron un helicóptero militar ugandés sobrevolando
el parque, en un vuelo no autorizado, pero dijeron que abruptamente dio vuelta
al ser avistado. Funcionarios del parque, científicos y las autoridades congolesas
ahora están convencidos de que los militares ugandeses mataron a los 22
elefantes desde un helicóptero y se esfumaron con el equivalente de más de US$1
millón en marfil.
“Eran muy buenos tiradores, muy buenos tiradores”, dijo
Onyango, jefe de guardabosques de Garamba. “Mataron a los bebés, inclusive.
¿Por qué? Es como si hubieran venido a destruir todo”. África se halla en medio
de una masacre de elefantes épica. Los grupos ambientalistas dicen que los
cazadores furtivos están arrasando con decenas de miles de elefantes al año,
más que en ningún otro momento de los 20 años anteriores en la medida en que el
comercio clandestino de marfil se militariza.
Onyango, jefe de guardabosques de Garamba. “Mataron a los bebés, inclusive.
¿Por qué? Es como si hubieran venido a destruir todo”. África se halla en medio
de una masacre de elefantes épica. Los grupos ambientalistas dicen que los
cazadores furtivos están arrasando con decenas de miles de elefantes al año,
más que en ningún otro momento de los 20 años anteriores en la medida en que el
comercio clandestino de marfil se militariza.
El marfil es, aparentemente, el
recurso africano en conflicto más reciente. Algunos de los grupos armados más
notorios del continente, como el Ejército de Resistencia del Señor, el Shabab y
las guerrillas paramilitares de Darfur –conocidas como ‘janjaweed’- están
cazando a los elefantes y utilizando los colmillos para comprar armas y
financiar su violencia. Agrupaciones del crimen organizado se conectan con
ellos para mover el marfil por el mundo, aprovechando los Estados turbulentos,
las fronteras porosas y los funcionarios corruptos desde África Subsahariana hasta
China, dicen los oficiales policiales. Sin embargo, no solamente los bandidos
sacan provecho. Miembros de algunos de los ejércitosafricanos que el gobierno
estadounidense adiestra y financia –en Uganda, Congo y Sudán del Surhan estado
implicados en la caza furtiva de elefantes y hacen negocios con el marfil. Los
expertos afirman que un 70 por ciento del marfil ilegal se traslada a China, y
si bien los chinos han codiciado el marfil durante siglos, nunca antes hubo
tantos que pudieran permitirse tenerlo. El boom económico de China ha generado una
vasta clase media, que empuja el precio del marfil a una cifra estratosférica
de US$500 el kilogramo en las calles de Pekín. El año pasado, más de 150
ciudadanos chinos fueron arrestados en toda África, desde Kenia hasta Nigeria,
por contrabandear marfil. Y hay pruebas crecientes de que la caza furtiva crece
en las zonas pobladas de elefantes donde trabajadores de la construcción chinos
están construyendo rutas. “China es el epicentro de la demanda”, dijo Robert
Hormats, alto funcionario del Departamento de Estado. “Sin la demanda de China,
esto prácticamente desaparecería”.
recurso africano en conflicto más reciente. Algunos de los grupos armados más
notorios del continente, como el Ejército de Resistencia del Señor, el Shabab y
las guerrillas paramilitares de Darfur –conocidas como ‘janjaweed’- están
cazando a los elefantes y utilizando los colmillos para comprar armas y
financiar su violencia. Agrupaciones del crimen organizado se conectan con
ellos para mover el marfil por el mundo, aprovechando los Estados turbulentos,
las fronteras porosas y los funcionarios corruptos desde África Subsahariana hasta
China, dicen los oficiales policiales. Sin embargo, no solamente los bandidos
sacan provecho. Miembros de algunos de los ejércitosafricanos que el gobierno
estadounidense adiestra y financia –en Uganda, Congo y Sudán del Surhan estado
implicados en la caza furtiva de elefantes y hacen negocios con el marfil. Los
expertos afirman que un 70 por ciento del marfil ilegal se traslada a China, y
si bien los chinos han codiciado el marfil durante siglos, nunca antes hubo
tantos que pudieran permitirse tenerlo. El boom económico de China ha generado una
vasta clase media, que empuja el precio del marfil a una cifra estratosférica
de US$500 el kilogramo en las calles de Pekín. El año pasado, más de 150
ciudadanos chinos fueron arrestados en toda África, desde Kenia hasta Nigeria,
por contrabandear marfil. Y hay pruebas crecientes de que la caza furtiva crece
en las zonas pobladas de elefantes donde trabajadores de la construcción chinos
están construyendo rutas. “China es el epicentro de la demanda”, dijo Robert
Hormats, alto funcionario del Departamento de Estado. “Sin la demanda de China,
esto prácticamente desaparecería”.
A menudo se producen arrestos de soldados congoleses por
cazar y comerciar. Efectivos sudaneses del sur suelen enfrentarse con los guardabosques.
Interpol, la red policial internacional, está contribuyendo a investigar las
matanzas en masa en el parque Garamba, tratando de relacionar las muestras de
ADN de los cráneos de los animales con un gran embarque de colmillos,
identificados como “productos para el hogar”, que fue incautado recientemente
en un aeropuerto ugandés. Los colmillos de un solo elefante adulto pueden
llegar a valer más de 10 veces el ingreso anual medio en muchos países
africanos. En Tanzania, los aldeanos empobrecidos envenenan calabazas y las
arrojan al camino para que los elefantes las coman. El año pasado batió el
récord en cantidad de marfil ilegal incautado a nivel mundial, alcanzando unas 38.8
toneladas (el equivalente de los colmillos de más de 4 mil elefantes muertos).
La policía ve todo esto como un claro signo de que el crimen organizado se ha
introducido en el submundo del marfil porque solo una maquinaria criminal
experta podría mover cientos de kilos de colmillos miles de kilómetros por todo
el planeta. Los contrabandistas son “organizaciones del crimen asentadas en África
y manejadas en Asia”, dijo Tom Milliken, director del Sistema de Información
sobre el Tráfico de Elefantes, un proyecto internacional que controla el
marfil. “Lo que estamos viviendo es probablemente el mayor porcentual de pérdida
de elefantes en la historia”, dijo Richard G. Ruggiero, funcionario del
Servicio de Pesca y Flora y Fauna de EE. UU. Según algunos expertos, está en juego
la supervivencia de la especie. “Las enormes poblaciones en África Occidental
han desaparecido, y las que están en el centro y el este lo están haciendo
rápidamente”, dijo Andrew Dobson, ecologista de la Universidad de Princeton en
Nueva Jersey. “La pregunta es: ¿Queremos que nuestros hijos crezcan en un mundo
sin elefantes?” “Disparamos primero” Garamba es considerado uno de los parques
naturales más impresionantes de África. En la actualidad, empero, es un campo
de batalla. Cada mañana, 140 guardabosques de Garamba salen equipados con
rifles de asalto, ametralladoras y granadas propulsadas por cohetes. “No
negociamos, no hacemos ninguna advertencia, disparamos primero”, dijo Onyango. En
junio, oyó una ráfaga de disparos. Sus guardabosques se arrastraron cuerpo a
tierra durante horas a través de la pastura áspera de los elefantes hasta
avistar a cazadores furtivos que se abrían paso siguiendo a varios elefantes.
En el momento en que su escuadrón comenzó a disparar a los cazadores, el monte
entero cobró vida con el estrépito del fuego de artillería. “Avanzaron hacia
nosotros con PKM, AK, G-3, y FN”, dijo. “En general, los cazadores furtivos son
conservadores con sus municiones, pero estos tipos disparaban como si
estuvieran en Irak. De golpe, tenían más armas y eran más que nosotros”. Ese
día se trabaron las dos viejas ametralladoras alimentadas por cinta de los
guardabosques y escaparon por un pelo (desde 2008 han muerto 11 y algunos hijos
de guardabosques fueron secuestrados). La investigación realizada a continuación
reveló que los cazadores furtivos eran miembros del Ejército de Resistencia del
Señor, una formación rebelde brutal que circula en África Central, matando a
los nativos y esclavizando a los niños. Se cree que el líder fantasma del
grupo, Joseph Kony, está escondido en un lugar recóndito de la República Centroafricana.
Es posible que el marfil sea el nuevo medio de vida de Kony. Varios desertores
recientes del grupo dijeron que Kony había ordenado a sus combatientes que
mataran todos los elefantes posibles y le enviaran los colmillos. Varios
traficantes de marfil sudaneses dijeron que el marfil del Congo y de la
República Centroafricana se trasladaba por tierra en la enorme región desértica
occidental de Sudán de Darfur y luego subía hasta Omdurman, todo con la ayuda
de funcionarios sudaneses corruptos. En la costa oriental de África, la ciudad
portuaria de Mombasa, en Kenia, es una terminal importante de transbordo. En
Mombasa se inspecciona un porcentaje relativamente pequeño de contenedores, y se
ha ocultado marfil en embarques de cosas como paltas y anchoas. En la costa
oeste, sobre el Golfo de Guinea, “se da un fenómeno relativamente reciente de
cazadores furtivos sofisticados y bien armados que cargan su marfil en barcos de
pesca chinos”, dijo un alto funcionario estadounidense. Varios traficantes de
marfil sudaneses y funcionarios occidentales dijeron que las tristemente célebres
milicias “janjaweed” de Darfur también son cazadores furtivos de peso. Grandes
grupos de janjaweed (palabra que significa asaltantes a caballo) fueron
culpados de matar a miles de civiles a comienzos de los años 2000. Ahora, se
sospecha que centenares de milicianos janjaweed fueron los que en enero mataron
al menos 300 elefantes en el Parque Nacional Bouba Ndjida en Camerún. Dinero
para militantes. En 2010, soldados ugandeses que buscaban a Kony en las selvas
de la República Centroafricana, se toparon con una caravana de marfil de los
janjaweed. “Esos tipos tenían 400 hombres, mulas de carga, un campamento
importante, monto-nes de armas”, dijo un oficial occidental. Estalló una batalla
y murieron más de 10 ugandeses. Varios notables somalíes dijeron que Shabab, el
grupo militante islamista que ha prometido lealtad a Al Qaeda, comenzó
recientemente a adiestrar combatientes para infiltrarse en Kenia, el país
vecino, y matar elefantes por el marfil con el fin de recaudar dinero. En
Garamba, los guardabosques del parque han arrestado a muchos soldados del
gobierno congolés, algunos de ellos atrapados con colmillos, lonjas de carne de
elefante y las boinas rojas que suele usar la guardia presidencial de elite.
“Están involucrados elementos de nuestro ejército”, reconoció el mayor Jean-Pierrot
Mulaku, fiscal militar congolés. “Es plata dulce”. De acuerdo con un informe escrito
en 2010 por John Hart, científico estadounidense y uno de los principales investigadores
de los elefantes en Congo, los “militares congoleses están implicados en casi
toda la caza furtiva de elefantes”, lo que convierte a las fuerzas armadas en
“el principal autor de la matanza ilegal de elefantes en la República Democrática
del Congo”. Los guardabosques de Garamba y un oficial de inteligencia del
gobierno congolés dijeron que también se enfrentan regularmente con soldados
del Ejército Popular de Liberación de Sudán, los militares de Sudán del Sur. De
todos modos, la caza furtiva en helicóptero es algo nuevo. African Parks, la organización
ambientalista con sede en África que administra Garamba, tiene fotos de un
helicóptero militar de transporte Mi-17 volando bajo sobre el parque en abril y
dijo que había rastreado el número de matrícula del aparato hasta las fuerzas armadas
de Uganda. John Sidle, un estadounidense que trabaja como piloto en Garamba,
dijo: “Lo que me molesta es que probablemente el combustible para el
helicóptero lo está pagando el dinero de los contribuyentes estadounidenses”. EE.
UU. ha pagado decenas de millones de dólares en estos últimos años por servicios
de transporte y combustible para que el Ejército Ugandés persiga a Kony en el
centro de África, en tanto adiestra a congoleses y sudaneses del sur para que
presten ayuda. El Departamento de Estado sostiene, no obstante, que no tiene
pruebas de que los militares ugandeses hayan sido los responsables de las matanzas
en Garamba. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos elefantes se cazan al año, pero
muchos ambientalistas importantes coinciden en que la cifra alcanza con certeza
“decenas de miles” y que 2012 será probablemente peor que 2011. Algunos de los
elefantes cazados furtivamente en estos últimos tiempos sufrieron mutilaciones sexuales.
Se les cortaron los genitales o los pezones, probablemente para su venta –algo
que los investigadores no habían visto antes, dijeron –.
cazar y comerciar. Efectivos sudaneses del sur suelen enfrentarse con los guardabosques.
Interpol, la red policial internacional, está contribuyendo a investigar las
matanzas en masa en el parque Garamba, tratando de relacionar las muestras de
ADN de los cráneos de los animales con un gran embarque de colmillos,
identificados como “productos para el hogar”, que fue incautado recientemente
en un aeropuerto ugandés. Los colmillos de un solo elefante adulto pueden
llegar a valer más de 10 veces el ingreso anual medio en muchos países
africanos. En Tanzania, los aldeanos empobrecidos envenenan calabazas y las
arrojan al camino para que los elefantes las coman. El año pasado batió el
récord en cantidad de marfil ilegal incautado a nivel mundial, alcanzando unas 38.8
toneladas (el equivalente de los colmillos de más de 4 mil elefantes muertos).
La policía ve todo esto como un claro signo de que el crimen organizado se ha
introducido en el submundo del marfil porque solo una maquinaria criminal
experta podría mover cientos de kilos de colmillos miles de kilómetros por todo
el planeta. Los contrabandistas son “organizaciones del crimen asentadas en África
y manejadas en Asia”, dijo Tom Milliken, director del Sistema de Información
sobre el Tráfico de Elefantes, un proyecto internacional que controla el
marfil. “Lo que estamos viviendo es probablemente el mayor porcentual de pérdida
de elefantes en la historia”, dijo Richard G. Ruggiero, funcionario del
Servicio de Pesca y Flora y Fauna de EE. UU. Según algunos expertos, está en juego
la supervivencia de la especie. “Las enormes poblaciones en África Occidental
han desaparecido, y las que están en el centro y el este lo están haciendo
rápidamente”, dijo Andrew Dobson, ecologista de la Universidad de Princeton en
Nueva Jersey. “La pregunta es: ¿Queremos que nuestros hijos crezcan en un mundo
sin elefantes?” “Disparamos primero” Garamba es considerado uno de los parques
naturales más impresionantes de África. En la actualidad, empero, es un campo
de batalla. Cada mañana, 140 guardabosques de Garamba salen equipados con
rifles de asalto, ametralladoras y granadas propulsadas por cohetes. “No
negociamos, no hacemos ninguna advertencia, disparamos primero”, dijo Onyango. En
junio, oyó una ráfaga de disparos. Sus guardabosques se arrastraron cuerpo a
tierra durante horas a través de la pastura áspera de los elefantes hasta
avistar a cazadores furtivos que se abrían paso siguiendo a varios elefantes.
En el momento en que su escuadrón comenzó a disparar a los cazadores, el monte
entero cobró vida con el estrépito del fuego de artillería. “Avanzaron hacia
nosotros con PKM, AK, G-3, y FN”, dijo. “En general, los cazadores furtivos son
conservadores con sus municiones, pero estos tipos disparaban como si
estuvieran en Irak. De golpe, tenían más armas y eran más que nosotros”. Ese
día se trabaron las dos viejas ametralladoras alimentadas por cinta de los
guardabosques y escaparon por un pelo (desde 2008 han muerto 11 y algunos hijos
de guardabosques fueron secuestrados). La investigación realizada a continuación
reveló que los cazadores furtivos eran miembros del Ejército de Resistencia del
Señor, una formación rebelde brutal que circula en África Central, matando a
los nativos y esclavizando a los niños. Se cree que el líder fantasma del
grupo, Joseph Kony, está escondido en un lugar recóndito de la República Centroafricana.
Es posible que el marfil sea el nuevo medio de vida de Kony. Varios desertores
recientes del grupo dijeron que Kony había ordenado a sus combatientes que
mataran todos los elefantes posibles y le enviaran los colmillos. Varios
traficantes de marfil sudaneses dijeron que el marfil del Congo y de la
República Centroafricana se trasladaba por tierra en la enorme región desértica
occidental de Sudán de Darfur y luego subía hasta Omdurman, todo con la ayuda
de funcionarios sudaneses corruptos. En la costa oriental de África, la ciudad
portuaria de Mombasa, en Kenia, es una terminal importante de transbordo. En
Mombasa se inspecciona un porcentaje relativamente pequeño de contenedores, y se
ha ocultado marfil en embarques de cosas como paltas y anchoas. En la costa
oeste, sobre el Golfo de Guinea, “se da un fenómeno relativamente reciente de
cazadores furtivos sofisticados y bien armados que cargan su marfil en barcos de
pesca chinos”, dijo un alto funcionario estadounidense. Varios traficantes de
marfil sudaneses y funcionarios occidentales dijeron que las tristemente célebres
milicias “janjaweed” de Darfur también son cazadores furtivos de peso. Grandes
grupos de janjaweed (palabra que significa asaltantes a caballo) fueron
culpados de matar a miles de civiles a comienzos de los años 2000. Ahora, se
sospecha que centenares de milicianos janjaweed fueron los que en enero mataron
al menos 300 elefantes en el Parque Nacional Bouba Ndjida en Camerún. Dinero
para militantes. En 2010, soldados ugandeses que buscaban a Kony en las selvas
de la República Centroafricana, se toparon con una caravana de marfil de los
janjaweed. “Esos tipos tenían 400 hombres, mulas de carga, un campamento
importante, monto-nes de armas”, dijo un oficial occidental. Estalló una batalla
y murieron más de 10 ugandeses. Varios notables somalíes dijeron que Shabab, el
grupo militante islamista que ha prometido lealtad a Al Qaeda, comenzó
recientemente a adiestrar combatientes para infiltrarse en Kenia, el país
vecino, y matar elefantes por el marfil con el fin de recaudar dinero. En
Garamba, los guardabosques del parque han arrestado a muchos soldados del
gobierno congolés, algunos de ellos atrapados con colmillos, lonjas de carne de
elefante y las boinas rojas que suele usar la guardia presidencial de elite.
“Están involucrados elementos de nuestro ejército”, reconoció el mayor Jean-Pierrot
Mulaku, fiscal militar congolés. “Es plata dulce”. De acuerdo con un informe escrito
en 2010 por John Hart, científico estadounidense y uno de los principales investigadores
de los elefantes en Congo, los “militares congoleses están implicados en casi
toda la caza furtiva de elefantes”, lo que convierte a las fuerzas armadas en
“el principal autor de la matanza ilegal de elefantes en la República Democrática
del Congo”. Los guardabosques de Garamba y un oficial de inteligencia del
gobierno congolés dijeron que también se enfrentan regularmente con soldados
del Ejército Popular de Liberación de Sudán, los militares de Sudán del Sur. De
todos modos, la caza furtiva en helicóptero es algo nuevo. African Parks, la organización
ambientalista con sede en África que administra Garamba, tiene fotos de un
helicóptero militar de transporte Mi-17 volando bajo sobre el parque en abril y
dijo que había rastreado el número de matrícula del aparato hasta las fuerzas armadas
de Uganda. John Sidle, un estadounidense que trabaja como piloto en Garamba,
dijo: “Lo que me molesta es que probablemente el combustible para el
helicóptero lo está pagando el dinero de los contribuyentes estadounidenses”. EE.
UU. ha pagado decenas de millones de dólares en estos últimos años por servicios
de transporte y combustible para que el Ejército Ugandés persiga a Kony en el
centro de África, en tanto adiestra a congoleses y sudaneses del sur para que
presten ayuda. El Departamento de Estado sostiene, no obstante, que no tiene
pruebas de que los militares ugandeses hayan sido los responsables de las matanzas
en Garamba. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos elefantes se cazan al año, pero
muchos ambientalistas importantes coinciden en que la cifra alcanza con certeza
“decenas de miles” y que 2012 será probablemente peor que 2011. Algunos de los
elefantes cazados furtivamente en estos últimos tiempos sufrieron mutilaciones sexuales.
Se les cortaron los genitales o los pezones, probablemente para su venta –algo
que los investigadores no habían visto antes, dijeron –.
“La guerra de la droga” Garamba enfrenta una cantidad
innumerable de retos, muchos de éstos directamente ligados a la incapacidad
absoluta del Congo. Algunos de los propios guardabosques son cazadores furtivos
que matan a los animales que están encargados de proteger, diciendo que sus
sueldos son demasiado bajos para vivir. La situación se ve agravada por el
hecho de que muchos guardabosques de Garamba son –algo reconocido por ellos
mismos alcohólicos y se endeudan considerablemente en el bar que queda no muy
lejos de las oficinas del parque. Es sabido que Onyango, el director, bebe
varios litros de cerveza por sentada. Él dice que es “el estrés”. En una época
Garamba tenía más de 20 mil elefantes. El año pasado, eran alrededor de 2 mil
800. Este año, quizá 2 mil 400. “Esto es como la guerra de la droga”, dijo Luis
Arranz, administrador del parque. “Si la gente sigue comprando y pagando por el
marfil, es imposible frenarla”.
innumerable de retos, muchos de éstos directamente ligados a la incapacidad
absoluta del Congo. Algunos de los propios guardabosques son cazadores furtivos
que matan a los animales que están encargados de proteger, diciendo que sus
sueldos son demasiado bajos para vivir. La situación se ve agravada por el
hecho de que muchos guardabosques de Garamba son –algo reconocido por ellos
mismos alcohólicos y se endeudan considerablemente en el bar que queda no muy
lejos de las oficinas del parque. Es sabido que Onyango, el director, bebe
varios litros de cerveza por sentada. Él dice que es “el estrés”. En una época
Garamba tenía más de 20 mil elefantes. El año pasado, eran alrededor de 2 mil
800. Este año, quizá 2 mil 400. “Esto es como la guerra de la droga”, dijo Luis
Arranz, administrador del parque. “Si la gente sigue comprando y pagando por el
marfil, es imposible frenarla”.
fuente: Especiales Prensa Libre NYT
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