Saber cómo actuar tras la ingestión fortuita de productos tóxicos disminuye la gravedad de las lesiones en los más pequeños


La ingesta de lejía y otros productos de limpieza cáusticos es la segunda causa de intoxicación en niños. En su mayoría, esto ocurre en menores de cinco años, quienes al explorar consumen, de manera casual, estos líquidos tóxicos. Cualquier descuido en la vigilancia de los pequeños o guardar estos productos fuera de su recipiente original puede derivar en sucesos imprevistos. Cuando ocurren, cerca del 50% de las familias toman medidas contraindicadas que pueden provocar lesiones digestivas graves, según ha desvelado un reciente estudio del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona.

¿Cómo actuar cuando un niño ingiere lejía u otros productos domésticos? Muchos padres, de forma equivocada, dan de beber agua a los niños o les intentan provocar el vómito, dos maniobras desaconsejadas. Así lo ha constatado un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Sant Joan de Déu, de Esplugues de Llobregat (Barcelona), y publicado en «Anales de Pediatría». Uno de cada 300 niños que se han visitado en ese servicio acudieron a él por una supuesta toma de un tóxico.

Según datos de este hospital pediátrico de referencia, la primera causa de consulta por sospecha de intoxicación en niños es el consumo de fármacos y la segunda, el de productos domésticos, entre ellos, los destinados a la limpieza, como los cáusticos (lejía, lavavajillas o productos desatascadores), u otros, como cosméticos, detergente de la ropa, artículos de higiene personal, acetona o colutorios.

Intoxicación por ingesta accidental de productos cáusticos

En esta investigación, sobre el consumo de productos domésticos cáusticos con potencial para lesionar el tubo digestivo, se ha incluido a 78 pacientes pediátricos de 1 a 17,3 años, que ingresaron en este centro hospitalario entre enero de 2005 y abril de 2010. La mayoría tenía menos de cinco años y, sobre todo, menos de dos años, una etapa vital en la cual los niños exploran su entorno, sin ser conscientes de los peligros que les acechan.

Este cambio de recipiente es una costumbre muy peligrosa porque los niños lo cogen al pensar que es un refresco. «Si tienen mucha sed, ingieren más cantidad, lo que puede suponer un problema grave», a diferencia de los más pequeños que exploran y, al notar un sabor raro, beben un sorbo y lo dejan, según informa Lídia Martínez, pediatra de Urgencias del hospital Sant Joan de Déu, una de las autoras del estudio.No obstante, estas intoxicaciones también ocurren en los más mayores, por consumo fortuito, e incluso en adolescentes, en algunos casos por intentos de autolisis. Respecto a los productos de limpieza, este estudio ha revelado que, en el 15% de los casos, el producto ingerido por el menor se había guardado fuera de su envase original, en una botella de agua o similar.

Medidas inadecuadas y recomendaciones

Junto con las causas identificadas de los accidentes por ingerir un producto cáustico, otro de sus hallazgos más destacables es que una de cada dos familias actúa de manera inadecuada cuando esto sucede: es frecuente que les induzcan al vómito o les den de beber agua o leche, destaca Martínez. Estas actuaciones se desaconsejan porque los cáusticos tienen potencial para causar lesiones muy graves del tubo digestivo, incluso cierres del esófago. Al provocar el vómito, el afectado sufre dos veces el paso de la sustancia por el esófago (el producto cáustico al entrar y al salir), lo que incrementa el riesgo de lesionar el tracto digestivo.

Son lesiones variables, desde una simple inflamación de una parte del tubo digestivo y lesiones leves, hasta quemaduras y, en casos más graves, perforaciones, úlceras y cierres del esófago. Por eso, en los hospitales, ante la sospecha de ingestión de un producto cáustico peligroso, se pone al niño a dieta, se le administra un protector gástrico endovenoso y se le practica una endoscopia para valorar posibles lesiones. Si las ha sufrido, permanece ingresado en el hospital, donde se le aplica el tratamiento conveniente en cada caso o se le envía a casa, con una dieta suave y tras hacer hincapié en las medidas de prevención.


PREVENIR LOS ACCIDENTES

A raíz de su estudio, el equipo de investigadores del Sant Joan de Déu quiere transmitir a la población las siguientes medidas de prevención y actuación ante estos sucesos por consumo de productos tóxicos:
  1. Guardar los productos domésticos y de limpieza en un lugar alto al que el niño no pueda acceder y colocar mecanismos de seguridad en los armarios donde se almacenen.
  2. Nunca dejar los productos al alcance del niño mientras se limpia, sino cerrados y guardados.
  3. Extremar la vigilancia en el caso de los más pequeños, ya que a menudo aprovechan cualquier momento.
  4. Aplicar siempre estas medidas en cualquier lugar al que acuda el niño, como la casa de los abuelos, y mantener la vigilancia al visitar un espacio donde no se pueda controlar la seguridad.
  5. Tener apuntado en un lugar visible el Teléfono de información toxicológica: 91 562 04 20, donde se aclara si un producto es dañino y si hay que acudir al hospital.
  6. Ante la sospecha de ingestión de un tóxico, consultar lo antes posible al servicio de información toxicológica.
  7. Acudir rápido a urgencias con la sustancia ingerida, ya sea en su envase original o en otro, si se ha cambiado.
  8. No dar nada de beber ni de comer al afectado.
  9. No provocar el vómito.


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