Las consecuencias del tabaco son peores en el corazón de la mujer que en el del hombres.
EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), cánceres como el de pulmón y de boca, hipertensión, alteraciones de la memoria, impotencia en hombres, envejecimiento prematuro, cardiopatías y enfermedades cerebrovasculares e, incluso, cambios en la fecha de desarrollo de la menopausia y mayor riesgo de osteoporosis y de fracturas de hueso… Son muchas las enfermedades que tienen al hábito tabáquico como un factor de riesgo importante. A pesar de que esta asociación se conoce desde hace tiempo, una revisión reciente ha concluido que sus efectos dañinos son todavía peores para el corazón de la mujer.
Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), el tabaco provoca alrededor de 50.000 muertes anuales en España por dolencias como la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar y el cáncer de pulmón y faringe. Pero sus efectos perjudiciales no se quedan ahí. A pesar de que no se le tiene demasiado en cuenta, el hábito tabáquico es el factor de riesgo cardiovascular más importante: la incidencia de enfermedad coronaria -como infarto agudo de miocardio- en fumadores es tres veces mayor si se compara con población no fumadora. Además, las consecuencias dañinas no se hacen esperar. No se precisa mucho tiempo para que se desencadene una dolencia, como sí sucede con el cáncer.

Ellas: mayor riesgo cardiovascular

Además de ser un factor importante en el desarrollo de patologías, parece que sus secuelas son distintas para ambos sexos. Una investigación reciente publicada en «The Lancet» señala que las mujeres fumadoras tienen un 25% más de posibilidades de sufrir un evento coronario que sus homólogos. Así concluye un metaanálisis realizado sobre 26 artículos científicos. La revisión abarca estudios realizados desde el 1 de enero de 1966 hasta el 31 de diciembre de 2010. Contiene más de 8.000 resúmenes y 26 artículos, que incluyen los datos de más de 3,9 millones de individuos y 67.075 eventos coronarios. En algunos casos, cuenta con seguimientos de hasta 40 años. Todas estas características dan gran notoriedad a sus resultados.
Si se abandona el hábito tabáquico, entre 3 y 5 años después, el riesgo de ictus se iguala al de los no fumadores
Según concluye el análisis, el riesgo cardiovascular se incrementa un 2% por cada año que se fuma. La autora principal del estudio, Rachel Huxley, lo atribuye a que, a igual número de cigarrillos consumidos, las mujeres tienen la capacidad de extraer más agentes cancerígenos que los hombres. Este es también uno de los motivos por los que ellas tienen el doble de posibilidades de desarrollar cáncer de pulmón.
Aunque la posibilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular es proporcional al número de cigarrillos y de años que se mantiene el hábito tabáquico, los especialistas insisten en que cuando este se deja, el daño cardiaco se revierte rápidamente: en unos cinco años, el riesgo cardiaco asociado vuelve a los límites normales. Según estimaciones de María Ángeles Planchuelo, presidenta del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), en la Comunidad de Madrid, desde la entrada en vigor de la nueva Ley Antitabaco (2 de enero de 2011), en España se ha registrado una disminución de los ingresos hospitalarios por causas asociadas a enfermedad cardiaca entre un 10% y un 11%.

Más ictus con tabaco

En los últimos años, ha quedado demostrado que fumar es un importante factor de riesgo en los accidentes cerebrovasculares, tanto en la forma isquémica (por obstrucción de un vaso) como para la hemorrágica (rotura de un vaso). En distintas investigaciones se apunta que los fumadores tienen tres veces más probabilidades de sufrir ictus si se compara con quienes no tienen este hábito. Este riesgo está asociado al número de unidades consumidas al día y es mayor para las mujeres respecto a los varones que, además, se incrementa con el uso de anticonceptivos orales.
El tabaco aumenta los niveles de distintos factores de la coagulación, la agregabilidad plaquetar y el hematocrito, disminuye el colesterol HDL (beneficioso), eleva la presión arterial y provoca lesiones en los vasos sanguíneos, lo que contribuye a la aterosclerosis. Todo ello aumenta el riesgo de hemorragia, trombosis y embolia cerebral. No obstante, si se deja de fumar, entre 3 y 5 años después, el riesgo de ictus se iguala al de los no fumadores.

TABACO, OBESIDAD Y FERTILIDAD

La tasa de fertilidad disminuye desde el primer cigarrillo consumido cuando la mujer tiene sobrepeso u obesidad. Esta asociación también sucede en fumadoras pasivas. Sin embargo, quienes tienen un peso adecuado solo reducen su fertilidad si la cantidad de cigarrillos supera las 16 unidades diarias. Estas son las conclusiones de una reciente revisión bibliográfica, realizada sobre distintos estudios internacionales y llevada a cabo por expertos de la Clínica Universidad de Navarra.
Según explican Álvaro Ruiz Zambrana y Begoña Olartecoetxea, especialistas del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la clínica, determinadas costumbres modificables favorecen la fecundación: mantener un peso adecuado, evitar el alcohol y el tabaquismo, y aprender a gestionar el estrés.
Además, fumar también influye en la evolución del embarazo: las fumadoras tienen más posibilidades de sufrir abortos que las gestantes que no tienen este perjudicial hábito. Otra de las conclusiones que se extraen de esta revisión es que tener un peso inapropiado, ya sea por exceso o por defecto, disminuye la fertilidad: hay menos posibilidades de quedar embarazada y cuesta más tiempo conseguirlo. 

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