Relación entre alergia al cacahuete y morbilidad del asma 
Resumen del estudio 

Simpson y sus colaboradores hacen notar que muchos niños con alergias a los alimentos también padecen asma y que la presentación de esta última enfermedad en un niño con alergias a los alimentos aumenta el riesgo de anafilaxia mortal. En este estudio se evaluaron las relaciones entre las alergias a los alimentos, específicamente la alergia al cacahuete, y el asma en niños de edad escolar.

Los investigadores recabaron datos relativos a 160 niños que tenían alergia al cacahuete y asma, que fueron atendidos en un solo hospital infantil y que tenían entre 5 y 18 años de edad.
Los investigadores utilizaron bases de datos electrónicas del hospital para identificar a los niños que incorporaron en el estudio, enfocándose en los que se clasificaron como portadores de asma persistente antes que llegaran a los tres años de edad. Se excluyeron los posibles participantes con asma que no estaban recibiendo fármacos estabilizadores. 

Se estableció el diagnóstico de alergia al cacahuete basándose en una reacción documentada a este frutillo, elevación de la inmunoglobulina (Ig) E a los cacahuetes y una prueba de punción cutánea con positividad para los cacahuetes. Se excluyó a los pacientes que no cumplieron con las pautas de tratamiento, que no acudieron a un mínimo del 25% de las consultas programadas y que tenían trastornos respiratorios crónicos además de asma.

Los investigadores recopilaron los datos demográficos al igual que los antecedentes clínicos de dermatitis atópica, antecedente familiar de asma, presentación de reflujo gastroesofágico, antecedente de alergias a otros alimentos (los cuales, lo mismo que la alergia al cacahuete, también se determinaron mediante criterios estrictos), sensibilidad a alergenos presentes en el aire y exposición o no exposición al humo del tabaco ambiental. 

Cuarenta y seis de los niños con asma (28,8%) tenían alergia al cacahuete. Los niños con alergia al cacahuete acudieron a tratamiento a una menor edad y mostraron síntomas compatibles con asma persistente a menores edades (28 meses frente a 42 meses) que los niños asmáticos no alérgicos al cacahuete.

Además, tenían más posibilidades (80% frente a 44%) de tener una dermatitis atópica y de ser sensible a la mayor parte de los alergenos presentes en el aire, incluidos ácaros del polvo doméstico, gramíneas, hierbas, gatos y polen de árboles. También eran más elevadas sus posibilidades de presentar alergias a otros alimentos tales como leche (un 33% frente a un 15%), huevos (un 57% frente a un 17%) y mariscos (un 17% frente a un 7%). 

El riesgo relativo (RR) de hospitalización para los niños asmáticos que tenían alergia al cacahuete fue de 2,88 (intervalo de confianza del 95%: 1,86 – 4,47).

Los niños negros con asma tenían más posibilidades de ser hospitalizados que los niños blancos (RR: 2,36), lo mismo que los niños del sexo masculino (RR: 1,73); los niños con exposición al humo (RR: 2,01); los niños con reflujo gastroesofágico (RR: 1,79); y los niños que tenían sensibilización a gatos, gramíneas y mariscos. Las alergias al huevo y a la leche no se relacionaron con el riesgo de hospitalización, ni tampoco un antecedente familiar de enfermedades atópicas. 

Al analizar el empleo de corticoesteroides sistémicos, los investigadores descubrieron relaciones similares. Después del ajuste con respecto a otros factores, los niños con alergia al cacahuete tenían más posibilidades de necesitar corticoesteroides sistémicos (RR: 1,72) que los niños negros, que los niños del género masculino y que los niños con dermatitis atópica, reflujo gastroesofágico y sensibilización a determinados alergenos presentes en el aire. Los investigadores llegaron a la conclusión de que la alergia al cacahuete puede ser un factor de riesgo para un aumento de la morbilidad en los niños de edad escolar.


Punto de vista 

Si bien las directrices para el diagnóstico y el tratamiento del asma[1] del National Heart, Lung, and Blood Institute recomiendan tratar a todos los niños que tienen asma persistente con fármacos estabilizadores, este estudio ofrece alguna guía para establecer prioridades en las poblaciones aun en el grupo de niños con asma persistente.

Es notable que el incremento del riesgo de morbilidad del asma en los niños con alergia al cacahuete y asma se observaran incluso en un grupo seleccionado de niños con asma persistente que ya estaban recibiendo fármacos estabilizadores y que acudían a consultas frecuentes a un especialista. Sin embargo, el que estos pacientes estén recibiendo fármacos estabilizadores no significa que el asma esté «controlada».
Estos datos también sirven de recordatorio para evaluar el control en las consultas de seguimiento y quizá para prestar más atención a los pacientes con factores de riesgo para el empleo de corticoesteroides sistémicos y con determinadas alergias. 

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